TERRES DE LA VALL
(MOSAIC DE LA VALL D’ALBAIDA)
COL·LABORACIÓ PASQUAL GOMES I ADELA ASINS
BIODIVERS 2015
CARRÍCOLA
CARRÍCOLA
PROJECTE
El nostre projecte és fer un quadre.
El nostre projecte és fer un quadre.
Hauria d’anar penjat en un espai interior, com ara les escoles, o
qualsevol altre lloc que es considere convenient.
Es tracta de fer, des de Carrícola, un homenatge a tota la Vall
d’Albaida.
La idea és recollir terra de tots i cadascun dels pobles de la
Vall.
Sobre un tauler de fusta d’aproximadament 150 x 150 cm. Formaríem una
gran quadrícula, en la qual, els diversos quadrats estarien recoberts
amb la terra dels diferents pobles que conformen la comarca. Seran
quadrats de 5 x 5 cm, en referència als sòls de taulells hidràulics de
principis del segle XX tan populars a les cases de les poblacions
mediterrànies.
Per a fixar la terra a la fusta emprarem làtex com a aglutinant.
El resultat simularia un gran mosaic, on les peces representarien els
pobles i cada poble quedaria representat per la seua pròpia terra. Al
mateix temps, donaria una imatge de conjunt del color tan
característic de la terra de la Vall.
Foto: Mateo Gamón
Foto: Mateo Gamón
FOTOS DEL PROCÉS
LOEK GROENENDIJK
Text i fotos de Loek Groenendijk publicats al llibre "El ojo
indiscreto". De Boekdrukker, Amsterdam.
Pasqual Gomes - ’34'
Una calle y un número no son datos definitivos. Durante años, nuestra
dirección fue, simplemente, el nombre del valle y un número. Los
tiempos cambian, se les da nombre a los caminos y nuevos números las
casas. Y no es algo que los ayuntamientos comuniquen siempre de
antemano: ya te acabarás enterando. La casa de Pasqual, en el centro
de Valencia, ha sido víctima de este proceso de renumeración, según
reza un cartel pegado con celo. Hay seis timbres y en tres de ellos
está escrito su nombre. Afortunadamente, porque el resto está en
blanco, lo cual no es raro aquí. Si no conoces la casa la elección es
una lotería. Cuando estoy a punto de llamar a uno de ellos oigo a mi
espalda: “Hola, Loek”. Es Pasqual, que se acerca acompañado de
Francesc, un amigo portugués. Los tres timbres a su nombre tienen una
explicación: Pasqual ocupa una vivienda en la cuarta planta, y el
ático, originalmente dividido en dos apartamentos, es ahora su
taller.
El día de nuestro primer encuentro se dispone a empezar a trabajar en
un encargo del ayuntamiento de Carrícola, en el Valle de Albaida. El
panel sobre el que va a trabajar (un cuadrado de metro y medio de
lado) tiene un tamaño que parece desproporcionado en relación con la
envergadura de la parte contratante: el único pueblo tiene desde hace
décadas unos noventa habitantes, y todo el municipio no llega a los
cinco kilómetros cuadrados. El valle, un paraje natural de reconocida
belleza, abarca en total treinta y cuatro municipios, cada uno formado
por un solo pueblo, y es muy apreciado por los artistas. El número de
ayuntamientos ha sido la fuente de inspiración para esta obra de
Pasqual: de cada uno de ellos ha conseguido una bolsita de tierra que
usará para dar color a las formas geométricas tan características de
sus cuadros. También le gusta experimentar con otras disciplinas. Por
ejemplo, en uno de sus proyectos colabora con el fotógrafo Eduard
Ibáñez; Pasqual usa recortes de las fotos de Ibáñez para hacer
collages que luego modifica con las técnicas que considera
oportunas.
La idea en la que se basa el nuevo encargo es fácil de resumir, no
así su desarrollo. Primero cubre por completo el panel con cinta
adhesiva y lo divide en novecientas casillas numeradas. A continuación
corta con una cuchilla los bordes de todas ellas, de forma que, a la
hora de trabajar, pueda tapar y destapar cada casilla por separado,
como quien abre y cierra una contraventana. Después de secar, cribar y
etiquetar la tierra, que presenta una llamativa variedad de colores,
Pasqual plasma los “municipios” en el panel como un mosaico. Solamente
unos pocos cada día: los materiales que utiliza tienen que secarse
antes de poder continuar con las casillas contiguas y, una vez seca,
hay que cubrir cada parcela de nuevo con cinta adhesiva. También
registra concienzudamente qué casillas le corresponden a cada pueblo.
A medida que el trabajo avanza, el poner y quitar cinta adhesiva
empieza a consumir más tiempo que la propia aplicación de los
materiales. No puedo evitar acordarme de un profesor de dibujo que
tuve en secundaria, que nos decía a menudo: “Señoras y señores, el
genio es un diez por ciento de inspiración y un noventa por ciento de
transpiración”.
Pasan varias semanas y recibo un correo de Pasqual con una foto
adjunta y el mensaje: "21 listos, 13 más y acabo”. Unas semanas más y
llega el momento en el que él puede empezar con los últimos retoques y
yo con las últimas fotos. Casilla a casilla va repasando los bordes
con cortes limpios y precisos. Ahora veo el porqué de su minuciosa
administración. Por supuesto, los números ya han desaparecido del
panel y; cuando considera necesario hacer una corrección tiene que
averiguar el número contando casillas y buscando luego en su registro
cuál es el “pueblo” en cuestión. Ese noventa por ciento del que
hablaba mi profesor me parece una estimación bastante optimista para
una obra como esta.
Valencia, febrero de 2015
Fotos: Loek Groenendijk