1 d’abril del 2015

TERRES DE LA VALL
(MOSAIC DE LA VALL D’ALBAIDA)
COL·LABORACIÓ PASQUAL GOMES I ADELA ASINS
BIODIVERS 2015
CARRÍCOLA



PROJECTE

El nostre projecte és fer un quadre.
Hauria d’anar penjat en un espai interior, com ara les escoles, o qualsevol altre lloc que es considere convenient.

Es tracta de fer, des de Carrícola, un homenatge a tota la Vall d’Albaida.

La idea és recollir terra de tots i cadascun dels pobles de la Vall.

Sobre un tauler de fusta d’aproximadament 150 x 150 cm. Formaríem una gran quadrícula, en la qual, els diversos quadrats estarien recoberts amb la terra dels diferents pobles que conformen la comarca. Seran quadrats de 5 x 5 cm, en referència als sòls de taulells hidràulics de principis del segle XX tan populars a les cases de les poblacions mediterrànies.

Per a fixar la terra a la fusta emprarem làtex com a aglutinant.

El resultat simularia un gran mosaic, on les peces representarien els pobles i cada poble quedaria representat per la seua pròpia terra. Al mateix temps, donaria una imatge de conjunt del color tan característic de la terra de la Vall.


Foto: Mateo Gamón


Esbós collage 30 x 30 cm.



FOTOS DEL PROCÉS

Fotos: Pasqual Gomes



LOEK GROENENDIJK

Text i fotos de Loek Groenendijk publicats al llibre "El ojo indiscreto". De Boekdrukker, Amsterdam.

Pasqual Gomes - ’34'

Una calle y un número no son datos definitivos. Durante años, nuestra dirección fue, simplemente, el nombre del valle y un número. Los tiempos cambian, se les da nombre a los caminos y nuevos números las casas. Y no es algo que los ayuntamientos comuniquen siempre de antemano: ya te acabarás enterando. La casa de Pasqual, en el centro de Valencia, ha sido víctima de este proceso de renumeración, según reza un cartel pegado con celo. Hay seis timbres y en tres de ellos está escrito su nombre. Afortunadamente, porque el resto está en blanco, lo cual no es raro aquí. Si no conoces la casa la elección es una lotería. Cuando estoy a punto de llamar a uno de ellos oigo a mi espalda: “Hola, Loek”. Es Pasqual, que se acerca acompañado de Francesc, un amigo portugués. Los tres timbres a su nombre tienen una explicación: Pasqual ocupa una vivienda en la cuarta planta, y el ático, originalmente dividido en dos apartamentos, es ahora su taller. 
El día de nuestro primer encuentro se dispone a empezar a trabajar en un encargo del ayuntamiento de Carrícola, en el Valle de Albaida. El panel sobre el que va a trabajar (un cuadrado de metro y medio de lado) tiene un tamaño que parece desproporcionado en relación con la envergadura de la parte contratante: el único pueblo tiene desde hace décadas unos noventa habitantes, y todo el municipio no llega a los cinco kilómetros cuadrados. El valle, un paraje natural de reconocida belleza, abarca en total treinta y cuatro municipios, cada uno formado por un solo pueblo, y es muy apreciado por los artistas. El número de ayuntamientos ha sido la fuente de inspiración para esta obra de Pasqual: de cada uno de ellos ha conseguido una bolsita de tierra que usará para dar color a las formas geométricas tan características de sus cuadros. También le gusta experimentar con otras disciplinas. Por ejemplo, en uno de sus proyectos colabora con el fotógrafo Eduard Ibáñez; Pasqual usa recortes de las fotos de Ibáñez para hacer collages que luego modifica con las técnicas que considera oportunas. 
La idea en la que se basa el nuevo encargo es fácil de resumir, no así su desarrollo. Primero cubre por completo el panel con cinta adhesiva y lo divide en novecientas casillas numeradas. A continuación corta con una cuchilla los bordes de todas ellas, de forma que, a la hora de trabajar, pueda tapar y destapar cada casilla por separado, como quien abre y cierra una contraventana. Después de secar, cribar y etiquetar la tierra, que presenta una llamativa variedad de colores, Pasqual plasma los “municipios” en el panel como un mosaico. Solamente unos pocos cada día: los materiales que utiliza tienen que secarse antes de poder continuar con las casillas contiguas y, una vez seca, hay que cubrir cada parcela de nuevo con cinta adhesiva. También registra concienzudamente qué casillas le corresponden a cada pueblo. A medida que el trabajo avanza, el poner y quitar cinta adhesiva empieza a consumir más tiempo que la propia aplicación de los materiales. No puedo evitar acordarme de un profesor de dibujo que tuve en secundaria, que nos decía a menudo: “Señoras y señores, el genio es un diez por ciento de inspiración y un noventa por ciento de transpiración”. 
Pasan varias semanas y recibo un correo de Pasqual con una foto adjunta y el mensaje: "21 listos, 13 más y acabo”. Unas semanas más y llega el momento en el que él puede empezar con los últimos retoques y yo con las últimas fotos. Casilla a casilla va repasando los bordes con cortes limpios y precisos. Ahora veo el porqué de su minuciosa administración. Por supuesto, los números ya han desaparecido del panel y; cuando considera necesario hacer una corrección tiene que averiguar el número contando casillas y buscando luego en su registro cuál es el “pueblo” en cuestión. Ese noventa por ciento del que hablaba mi profesor me parece una estimación bastante optimista para una obra como esta. 


Valencia, febrero de 2015



Fotos: Loek Groenendijk